Discursos del fondo y la receta

05.04.2013 21:32

Hace unos días, en la clase de macroeconomía, al platicar sobre el problema de los subsidios, uno de los alumnos más inquietos y participativos propuso que se quitara el subsidio a los energéticos, que solo beneficia a los más ricos. Agregó, el sistema de pensiones es un problema que ahoga las finanzas públicas. Cuando quise intervenir, una alumna se me adelantó y preguntó a su compañero que ostentaba una sonrisa de campeón de Wimbledon: ¿ya revisaste el recibo de luz que envía la Comisión Federal de Electricidad (CFE)? -No, pues no! ¿Para qué? Mi papá es quien paga la luz –se auto contestó la muchacha con ademanes de mujer que llega al supermercado o tienda de autoservicio y encuentra el precio del huevo arriba de los treinta pesos el kilo. Checa tu recibo, continuó. Verificaras que no sólo los ricos se benefician de los subsidios. Notarás que el subsidio es alto y eso repercute en la demanda agregada. Por lo menos, debido a ello, tienes para los peseros, que aquí en el Estado de México son caros y con un pésimo servicio. Quienes deberían de pagar a tiempo sus deudas de luz, son los gobiernos municipales, los federales y, por supuesto, los amantes del libre mercado o mejor dicho, los beneficiarios del mismo: las grandes empresas y monopolios privados. En este sentido, estoy de acuerdo contigo, que paguen los que quieren entrarle al ruedo de la competencia. ¿A poco el torero cuando entra al ruedo pide que le dopen al toro para poder hacer la faena? No, por supuesto, él entra a jugarse la vida. Así como tienen exenciones fiscales, que la clase media no tiene, así deberían de pagar su luz, su diesel, su gas. Pues quieren libre mercado y menos intervención del Estado en la economía. Quieren que se aplique la receta de los clásicos, que se aplique. O todos hijos o todos entenados. La racionalidad económica establece que el hombre actúa con el objetivo de obtener el mayor margen de beneficios al menor costo. En otras palabras, la famosa eficiencia económica: hacer más con menos. Sin embargo, la receta está hecha para aplicársela a los más débiles o los políticamente correctos o a los ciudadanos ejemplares: a los que dejan hacer y dejan pasar. ¿No es cierto? Usted, ¿qué opina maestro? Pues, de tarea.